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viernes, 4 de enero de 2008

No quería marcharme de Medialab Prado sin crear una última entrada en el blog de Mediación.


Son muchos los conocimientos que pasan de largo por no poder acceder a ellos a través de las fuentes que normalmente utilizamos. Hace dos meses no sabía qué era un del.icio.us, me daba miedo enfrentarme a Linux y ni siquiera se me habría ocurrido que la visualización de bases de datos podría dar tanto juego. Hoy estoy enganchada a la TiddlyWiki, quiero profundizar en el tema del Copyleft y ya me he acostumbrado a usar Ubuntu en el ordenador.


¿Todo esto podría haber sido posible sin haber pasado por Medialab? Posible sí, probable... poco. Y es que nos perdemos muchas cosas por no estar “metidos en el ajo.” Dicen que quien mucho abarca poco aprieta, es cierto, pero me ocurre con frecuencia (y espero no ser la única) que tanta información nueva me supera, aunque no por ello dejo de sentir una extraña atracción hacia todo aquello que sé que un día será extremadamente importante en nuestra sociedad, y quien no me crea, que se acerque a alguna charla sobre el Procomún.


Hay mucha gente interesada en transformar la sociedad desde abajo e indagar en pequeños detalles sobre los que no solemos pararnos a pensar y, sobre todo, gente dispuesta a empaparse de conocimiento y transmitirlo de forma libre a quien quiera recibirlo.


Por último, la mediación cultural es una labor que debe mantenerse y fomentarse en nuestro país. Ser mediador persigue, precisamente, lo que comentaba antes, empaparse de todo el conocimiento posible para, a su vez, poder transmitirlo a otros. Personalmente, poder ayudar a construir un nuevo concepto, formar parte de un conocimiento libre y accesible y poder mostrarlo a los demás es lo más satisfactorio que me ha ofrecido la mediación cultural .


Y quizá lo mejor de todo este tiempo -supongo que esto es extensible a cualquier experiencia- es el “olor a nuevo” con el que se sale de este espacio: nuevos conocimientos, nuevos caminos para una nueva sociedad y nuevas ideas que completan de forma inexplicable algunas que antes balanceaban entre lo improbable y lo desconocido.


Ana.

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